sábado, 29 de agosto de 2009

El hombre y su destino en el Mar


Habia necesidad de escapar, de buscar una nueva vida en otro lugar, imposible seguir aquí, viendo lo mismo, reflejandose en el espejo de la miseria y la injusticia de la guerra. Imposible vivir!. Sí aún tenemos fuerzas, somos jóvenes y la garantía suficiente de servir para algo y talvés para alguíen. Pensaba en el futuro, una casa, una familia y la tranquilidad serena de los bosques, de un atardecer bullicioso con la armonia del canto y silvido de las aves o mejor de las transparentes plateadas azulejas y brillantes ondas de las olas del mar, que acarician suavemente la costa de mi país y demás continentes.

Mar!.. Qué habrá más allá de tus límites?. Pensaba observando el atardecer, cuando el sol se ocultaba arrastrando consigo los rayos naranja y rojizos tiñendo del mismo color las ondadas de agua que invitaban a nadar. No soy el único que lo piensa así, somos cientos y muchos más, porque las condiciones de nuestra existencia son las mismas, el mismo país, la misma gente, el mismo Estado inmobil; paralizado de años por la cangrena de la incopetencia y el favoritismo envuelto en sí mismo y sólo para ellos mismos!. No pueden ver, ni dar la oportunidad para todos y mucho menos, la independencia como nación del subdesarrollo y de las garras del gran capital que lo lleva todo, dejándonos sólo abundante sencillo sin valor.

Diría que contra el viento y marea decidimos partir, primero por tierra y luego por mar, más allá de nuestras fronteras, entre esperanza y miedo, dudas e incertidumbres, seguros de llegar a un mejor lugar. Nos alejabamos poco a poco y la nostalgia del que quedaba se transformaba en esperanza de un futuro incierto, de un destino por crearlo o ya creado, de un sueño, y porque no, de un dulce despertar. 78 entre hombres y mujeres subimos sobre la barca en la oscuridad de la noche con la complicidad del guardían de la playa y los traficantes de gentes. Basto entregar los billetes verdes haciendolos notar que el combustible era muy poco; ma vá!, con esto pueden llegar hasta l’américa respondierón. A fuerza de remar nos alejamos de la orilla adentrandonos silenciosamnete al fondo del mar.

Pensaba en las contradicciones de la existencia, hoy nosotros decidimos escapar en busca de libertad y mejores condiciones de vida, mientras que en siglos anteriores más de diez millones de africanos fuimos sacados a la fuerza como esclavos a precios de oro. Me venia en mente la Conferencia de Berlin (1884-1885)donde se decidió el reparto del Africa entre los paises europeos. Pienso en el futuro si será posible la invasión de europa por los africanos. Todo llega a mi memoría. Los diamántes sangrientos, el petróleo, la madera y las artimañas ilegales para evadir los controles internacionales y sostener la continuidad de la guerra; de todo esto son pocos los que se llevan millones y millones de dolares: Los productores de las armas, los patrones de la guerra y los que llevan las materias primas de un continente a otro.

20 días y 20 noches, la mitad del tiempo que Jesús paso en el desierto siendo Dios viviendo como hombre, soportando el hambre y la tentación de tener todas las riquezas y lujos de este mundo. El desierto es diferente, nosotros ya lo hemos vencido; pero el mar es infinito, sobre todo cuando el motor no funciona. Un viaje a la deriva, sin rumbo, con el sol extremamente sofocante, sin agua, sin alimentos, con alucinaciones de socorro y tentación de salvación. El rumor de la patrulla aerea pasava velozmente sobre nuestras cabezas y así también las patrullas de la marina. Nos hacíamos invisíbles. No nos veían; con nuestros cuerpos quemados por el sol y el frio intenso de la noche; nos alzabamos como fantasmas pidiendo ayuda al hombre y perdón a Díos. Se hacían de no vernos por respeto a la ley y no ser complices del deber de socorrer y salvar nuestras vidas.

Trato de darme cuenta de mi frágil existencia y percibo un olor extraño muy extraño; la luna se ha ido, ocultandose por momentos de nuestra mirada; de pronto un frio agudo paraliza mis nervios desvaneciendo mis sentidos, pareciendome escuchar voces, risas o talvéz llanto que se diluyen en el ambiente sin producir eco. Siento elevarme en el espacio y descender en el vacio, del frio no me acuerdo, sólo de la inmensidad del mar que recibe mi presencia, dandome un espacio temporal sin límites ni fronteras, sin horas sin días ní semanas, el tiempo continúa sólo el mio se ha detenido...

In Memorian a 73 hombres y mujeres sepultados en el mar de procedencia del Eritrea y Etiopia - Africa y cinco sobrevivientes, partido de Tripoli - Libia el 28 de Julio 2009, recuperados por la Guardia de Finanza Italiana después de 20 días de tragedia e inhumana asistencia de ayuda.

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