A finales de septiembre, en Perú, una maga me leyó la suerte. La maga
me anunció: "Dentro de un mes recibirás una distinción". Yo me reí. Me
reí por la palabra distinción, que tiene no sé qué de cómica, y porque
me vino a la cabeza un viejo amigo del barrio, que era muy bruto pero
certero, y que solía decir, sentenciando, levantando el dedito: "A la
corta o a la larga, los escritores se hamburguesan".
Así que me reí de la profecía de la maga y ella se rió de mi risa.
Un mes después, exactamente un mes después, recibí en Montevideo un telegrama. En Chile, decía el telegrama, me habían otorgado una distinción (así decía el telegrama: "distinción", como la maga). Era el Premio José Carrasco Tapia. Yo salté de la alegría.Continua...
Así que me reí de la profecía de la maga y ella se rió de mi risa.
Un mes después, exactamente un mes después, recibí en Montevideo un telegrama. En Chile, decía el telegrama, me habían otorgado una distinción (así decía el telegrama: "distinción", como la maga). Era el Premio José Carrasco Tapia. Yo salté de la alegría.Continua...
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