76 años nos distancian del 15 de abril de 1938 de la desaparición física de
César A. Vallejo. Reconocido poeta
universal nacido en la provincia andina de Santiago de Chuco - Perú. Yo supe de
él en la escuela, después en el colegio
y años más tarde en la universidad y así
también mis compañeros de estudio y todos los investigadores sociales que estudian
su vida y obras en relación a sus escritos. Sus ideas y sentimientos plasmado
en las letras nos permite entrar en comunicación con el mismo, descubrir y compartir la realidad profunda de sus pensamientos, sus
ideas poderosas y sus contradicciones internas de su propia identidad mestiza,
pero sobre todo con esa presencia de humanidad que nos llega a través del lenguaje escrito, que
trasciende el tiempo y las fronteras, haciendonos sentir sin duda alguna: Un amigo intimo, un paisano
querido, un compatriota admirable.
César
A. Vallejo (16 de marzo 1892 Santiago de chuco, 15 de abril 1938
Paris) murió demasiado temprano, apenas superados los cuarenta y cinco
años. Paradójicamente de paludismo, una
enfermedad de la pobreza, precisamente
en condiciones muy díficiles como inmigrante en París. Tuvo la
oportunidad de viajar a España y la
URSS, a tiempo a nutrirse de la filosofia marxista; pudo sobrevivir
sustentandose de sus escritos como colaborador de los diarios en Perú. ¿Porqué
César Vallejo se orientó como un autentico intelectual de izquierda? En primer
lugar: porque conoció muy de cerca la
desigualdad y la injusticia social, la discriminación racial del poder, abuso y
prepotencia del dinero contra el indio en Perú y el hombre pobre en europa. En
segundo lugar: porque no pudo callar y asumió la denuncia y lucha consecuente junto
a otros intelectuales de su tiempo,
comprometidos con los movimientos sociales, en la busqueda de una
justicia social y no sólo en el hombre de gobierno cuando dice: “Jamás, Señor
Ministro de salud, fue la salud más mortal....(Los
nueve monstruos); si no también un reclamo directo al creador del universo por
el abandono al sufrimiento y al dolor sin nínguna culpa: “Dios mio, si
tú hubieras sido hombre hoy supieras ser dios; pero tú, que estuviste siempre
bien, no sientes nada de tu creación. Y el hombre sí te sufre: ¡el dios es él!”
(Los dados eternos)
Como
imaginar a César Vallejo en esos tiempos en París, en una sociedad indiferente
al dolor y al estranjero sin dinero, viviendo la pobreza y muriendo en cada
instante y al mismo tiempo convivir con
el dolor ajeno, con el hombre indefenso, con el que le falta el pan y tiene
hambre, con el exiliado. Es allí donde
la conciencia humana y social se convierte
en un empeño político que
reafirma sus vivencias en todas sus obras desde Los Heraldos Negros, Trilce,
hasta Poemas Humanos y España aparta de
mi este caliz. Como también en Fabla salvaje, Paco yunque y tungsteno.
Una
tarde escribió “Me morire en
París con aguacero, / un día del cual tengo ya el recuerdo...”
y así fué se quedo en París por la eternidad y
a vivir en nuestras memorias universales por siempre.
Eleuterio Ruiz Pèrez
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