domingo, 1 de noviembre de 2009

Señor de los Milagros en Milán - Italia


Tanta gente! fué la expresión que escuche a mis espaldas de una persona desconocida.
Cierto! y en este año es mucho más que en los anteriores, reafirmó otra persona.

Por cierto el espacio del Castillo Sforzesco en esta oportunidad a sido adecuado, para acoger a cientos de miles de personas a participar de la Santa Misa, para admirar  de cerca la sagrada imágen y talvés mucho más allá distantes, pero muy cerca del mensaje religioso difundido por los altoparlantes, a perseverar en la verdad y en la justicia y en el amor de los unos con los otros, especialmente en estos últimos tiempos difíciles, de crisis moral, política y económica, de injusticia, de hambre y epidemias.
No hay duda la devoción al Señor de los Milagros crece y llama la atención a la gente de Milán y a otras ideologias religiosas, del movimiento del ir y venir en los pasillos del  Castillo medioeval, del encuentro de rostros diferentes, identificados como latinoamericanos, con otros acentos idiomáticos  mezclados entre español e italiano, es la oportunidad del reencuentro con nosotros mismos, con nuestra cultura.

Antes de la entrada del Castillo  recibimos los diarios latinos y propaganda con  las mejores ofertas del envio de dinero y así mismo en la salida a la plaza del Cannone, donde nos invaden con volantes; donde comer bién, comprar y divertirse, diriamos encontramos Lima en miniatura, con voces que invitan a comprar: Alfajores a cinco euros, turrones de doña pepa y manzana con dulce. A la izquierda al pie de las ruinas de un muro del mil trescientos, se distribuye el céviche fresquito, arroz con pollo, pachamanca y todos los gustos del paladar peruano. Al  frente faltán manos para vender los tamales y los  riquisimos choclos, con rocotito y queso fresco de marca auténtica del Perú.

Mañana será diferente, podremos narrar los acontecimientos de este día, de la grande procesión del Señor de los Milagros en Milán, de una inmensa marea humana que se mueve lentamente entre los arboles otoñales del inmenso parque, de mujeres cubiertas con  velo blanco, cantando alabanzas y agitando el humo del incienso que se difunde en el ambiente con aroma y sentimiento sagrado, de la gente vestida de morado de acuerdo a su conciencia espiritual, de estandartes que abren paso al Cristo morado, del cordón de protección a la imagén y a la banda de músicos italianos. De lo alto, en hombros de sus más fieles devotos la imágen de Cristo mira hacia adelante; mientras la imágen de María su santa madre, mira el panorama hacia atrás.Y más allá en el infinito,alguién mira más que nuestras apariencias, ve nuestras intenciones, nuestra fé auténtica, nuestro amor verdadero.

Ah! me olvidava decir, que queda el recuerdo visible en nuestras cámaras digitales, en celulares y filmadoras para compartir con nuestras amistades que se encuentran distantes de nosotros, un día especial un día de nuestra historia.

0 comments:

Publicar un comentario